Salgo de casa y llovizna. No molesta, pero lo mismo se pone a diluviar en cinco minutos, así que voy al metro. Y como yo tantos otros. Al salir en mi última estación somos una marabunta silenciosa de ojos adormilados y caras largas. Todos como un rebaño de ovejas. Hay empujones, codazos, miradas de odio, insultos...ovejas con disfraz de lobo pero ovejas en cualquier caso.
Tengo la rodillas un poco jodidas (sí, ambas) desde hace algún tiempo, y no puedo pillar la bici todos los días, sólo la pillo cuando voy al roco, y el metro es la mejor forma de empezar el día con pensamientos genocidas.
Escalada chanante como dice el parásito...Los entrenamientos de escalada ya se han acabado y ahora vamos por libre...y mola porque puedes hacer el moñas. Este entrenador nos pone ejercicios más seriotes que el guillermo de los viejos tiempos, con sus tonterías de jugar al pañuelo, escalar con una sola pierna, con los ojos vendados, jugar al rey del rocódromo (éste era bueno), hacer carreras...
En fin, Gigatrón suena ya en mis cascos transportándome a una tierra de calimocho, bocatas de mortadela y cacerías de pijos, así que ya con buen humor voy a ver si curro un rato.
miércoles, mayo 23, 2007
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